31.10.05

BATALLA EN EL CIELO

El pasmo. La belleza.

Sordidez minimal. Ya no la sordidez bucólica de Ripstein y sus escenas
patéticas desgarradoras -perfectas- sino una, digamos, hipernaturalización del
acontecer en una ciudad como lo es la Ciudad de México.
Iconos y patrones de identidad.

Hilando cosas: un laberinto de la soledad en pantalla grande. Reygadas logra
el pasmo, el asco, la repugnancia y el gusto por decir: Esto hay. Así lo veo:
Véanlo. (Si quieren). Hilando más: el cotidiano tomando el sol del verano
como en Días Perros (Austria, 2001) de Ulrich Seild. Pasmosa y
sobrecogedoramente bella. Deleznable por supuesto.

El cerro de las tres cruces y el espectador: residuos frente a Natura: Eso es
lo que somos.

La voz de Ana entre almibarada y rasposa: la estridencia que alcanzaban
las notas más alta de las trompetas en procesión a la Villa de Guadalupe o el
absurdo de un mudo badajo. El vacío.

La escena: Ana "tirándose" a su chofer -integrándose de una manera entre
abismada y pulcra- . Y entonces la ciudad, los edificios, los hombres que
trabajan a esa hora del día en que casi no hay ruido porque toda la gente se
encuentra en sus trabajos. Los niños jugando. La pared descarapelada.
La llave de agua.

Parece que Reygadas juega a decir: Aquí no pasa nada, porque ya Es.

Me apasiona el hecho de que exista otra tipo de mirada y que se
arriesgue a presentarse.

Sí decir: Es un nuevo autor. Es distinto. Es otra estética.

Ulrich y Carlos se parecen.

27.10.05

¡¡¡FELICIDADES ABSOLUTAS!!!



BOLETÍN DE PRENSA

PARA: EDITORES Y REPORTEROS CULTURA
DE: TUSQUETS EDITORES MÉXICO
ASUNTO: PREMIO PARA CRISTINA RIVERA GARZA



Cristina Rivera Garza

Premio Anna Seghers 2005


Tusquets Editores se complace en informar que Cristina Rivera Garza
(Matamoros, México, 1964), autora de esta casa editorial, obtuvo el Premio
Anna Seghers 2005, dotado con 12 mil 500 euros.

En su calidad de jurado único de la Fundación Anna Seghers, Carlos Fuentes
eligió a Rivera Garza para ser galardonada, por considerarla una de las voces
más importantes de la joven generación de autoras y autores mexicanos y
latinoamericanos.

La entrega del premio se realizará el 19 de noviembre del año en curso a las 19:30
horas en la ciudad de Postdam, en la sede de Altes Rathaus. Será una ceremonia
abierta al público en la que la autora leerá fragmentos de sus obras.


CRISTINA RIVERA GARZA

Nació en la frontera noreste de México y reside actualmente en San Diego/Tijuana
/Tierras Altas. Es autora de una obra transgenérica (novela, cuento, poesía, ensayo),
interdisciplinaria (literatura e historia) escrita en su lengua materna (el español) y su
lengua madrastra (el inglés). Artículos de su autoría aparecen también en el Hispanic
American Historical Review y The Journal of the History of Medicine and Allied Sciencies,
entre otras publicaciones en Estados Unidos. Rivera Garza ha obtenido seis de los
premios literarios más reconocidos del país. Entre sus libros se cuentan La más mía
(poemas, 1998), La guerra no importa (1991), La cresta de ilión y Ningún reloj cuenta esto
(Andanzas, 2002). Su novela Nadie me verá llorar (Andanzas, 2000; Andanzas 518) que le
valiera el Premio Nacional José Rubén Romero, el Premio Impac-Conarte-ITESM y,
en 2001, el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, ha tenido un éxito sin precedentes.


Algunos comentarios sobre su obra


Estamos ante una de las obras de ficción más notables de la literatura no sólo mexicana,
sino en castellano, de esta vuelta de siglo. Paso por alto ?doy por sentada- la belleza y
exactitud de la prosa de Rivera Garza.

En esta novela de negras faldas largas, Cristina Rivera Garza imagina como nadie lo ha
hecho en México después de José Revueltas las opciones trágicas y los desgarramientos
síquicos entre la teoría y la acción revolucionarias. Lo hace con una intensidad, con
una grandeza tales, que junto con la protagonista Matilda, debemos, como lectores,
hincarnos cuando Diamantina muere, Cástulo se pierde y Matilda ora por ellos y de allí
en adelante sólo recuerda sus nombres en secreto, como si su alma fuese el panteón de
toda heroicidad fracasada.

Soy un gran admirador de su obra y acabo de leer lo que considero una revelación,
la novela de Cristina Rivera Garza, Nadie me verá llorar, una de las más hermosas y
perturbadoras que se han escrito jamás en México.
Carlos Fuentes

Es una de las pocas novelas históricas contemporáneas sin la matrícula decadentista
del pedagogismo, y que abre las puertas de su método no al mundo de los grandes
acontecimientos y los hechos consumados, sino hacia donde se vive entre el embrujo
de la actualidad y el peso del azar y del destino.
Antonio Saborit

La narrativa que ofrece Nadie me verá llorar es un discurso apretado y fino que exige
al lector se comprometa. No es una escritura densa. Su universo formado de pasiones,
recuerdos, lecturas, sueños, es humano. Sus espacios son fácilmente identificables:
sitios citadinos, rurales. Su tiempo narrativo es el pasado. Es una obra que atrapa y no
da pie para pensar si le faltan o sobran palabras.
Élmer Mendoza

Dentro de dos o tres generaciones acaso alguien escribirá un texto que pregunte,
¿quién teme a Cristina Rivera Garza?
Christopher Domínguez Michael / Reforma

El gran mérito de Cristina Rivera Garza estriba en haber urdido dos historias humanas
tan sintomáticas de una estructura social terriblemente injusta.
J. Ernesto Ayala / El País

La riqueza de su obra reinterpreta la narrativa latinoamericana.
Consuelo Triviño / ABC Cultural

En las antípodas de la concisión, Rivera Garza presenta las credenciales de una
narradora subyugante y cautivadora.
Ricardo Baixeras / El Periódico

Con semejante argumento, digámoslo claramente, se podía haber dado tanto
una gran novela como un verdadero bodrio. La maestría de Rivera Garza, obvia decirlo,
consiguió plenamente lo primero sin rozar siquiera lo segundo.
Francisco M. Pastor / La Opinión de Málaga

Nadie me verá llorar acierta al bucear en zonas tan prohibidas como profundas, misteriosas
e irracionales, como la droga, la locura y la muerte...

La escritora de hoy no se limita a describir o expresar situaciones íntimas, sino que a su
capacidad intuitiva, a su facilidad imaginativa y racional, le suma una incisiva capacidad
analítica para examinar realidades exteriores, estado que le permite recrear atmósferas
históricas y sociales con objetividad e inteligencia. Un ejemplo de esta literatura es
Nadie me verá llorar.

La novela moderna como la de Rivera Garza, es la que, manipulando personajes
contradictorios, imperfectos y marginales, logra que sus formas constituyan una
búsqueda de sentido de la aventura humana a través de la palabra.
Myrta Sessarego

Su prosa maneja con agudeza y oficio temas como la muerte, el amor y la locura.
Jurado del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2001

... Cristina Rivera Garza ha logrado una proeza. Como doctora en Historia, domina a la
perfección los cientos de datos que la ayudaron a construir un relato de época, pero lo
interesante es que puso esa información al servicio de un estilo narrativo y lírico.
Su proeza fue evitar la gran tentación del género y eludir sus pedregosos lugares comunes:
desarrolló ?en cambio- una prosa intimista, con referencias a objetos, lugares y
costumbres que como detalles reveladores convocan solapadamente, por arte de magia
y de palabra, los aromas y sonidos de una época.

Rivera Garza renuncia a las morosas descripciones de la narrativa histórica tradicional
y elige un lenguaje poético que nos acerca a experiencias excéntricas que también el
lector ansía descubrir, atraído por la prosa cargada de incógnitas y seducciones...
Después de leer la novela, estamos obligados a preguntarnos hasta qué punto las
historias de los locos, de los marginados, de los que eligen el fracaso, aunque penumbras
condenadas, iluminan contornos novedosos de la silueta de un país y de su gente.
Betina Keizman/ La Jornada Semanal

Vuelvo a la novela, a tu novela, que nos hace ver el mundo de otras maneras. Quisiera
tener el optimismo de uno de tus personajes y creer que todo va a ser distinto, peor pero
distinto. Me hago muchas preguntas. ¿Cómo lograste meterte tan a fondo en la sociedad
mexicana de principios de siglo, acercarte a los sabores y los olores de la época, meterte
a sus fábricas y sus cantinas, sus burdeles y sus manicomios, subirte a sus tranvías? Me
sorprende que hayas logrado construir, con ese nivel de profundidad, algo tan lejano en
el tiempo, y que se sientan tan cercanas las descripciones, como si tú y tus lectores
hubiéramos estado ahí.
Alejandro Toledo

Cristina Rivera Garza pertenece a la más reciente generación de escritores que ha dado
el norte de la república, cuyo registro y aliento conforman una nueva tesitura femenina
en el coro de los narradores de aquella región.
Hoja x hoja

Su voz marca la pauta entre las escritoras de su generación... Sus cuentos siempre invitan
a la relectura e incitan a la confrontación interna... No es difícil sucumbir ante una pluma
que disecciona, revela, pero sobre todo que nos aproxima.
Héctor González / Vértigo

Cristina Rivera es una narradora que revela realidades nuevas en la novelística
hispanoamericana.
El Informador

En su novela, Rivera Garza no construye únicamente un discurso femenino: el mundo
fotográfico y el mundo de la siquiatría van juntos en esta novela. Desde siempre, el
discurso de la locura es perturbador: se obliga al demente a guardar silencio, aunque
a veces posea una dolorosa lucidez. Eso es lo que encontró la escritora al examinar los
archivos de los internos de La Castañeda.
El Heraldo

Sobre La cresta de ilión

· La cresta de ilión construye un acertijo y hace del lector el necesario complemento
de su conspiración narrativa. Un ensamble de desdoblamientos y miedos ante el ser
profundo de la mujer.
El Ángel / Reforma

Novela creada en los bordes de las identidades, en las fronteras del sueño y la vigilia,
la memoria y la amnesia; donde la realidad es esa urdimbre de lo incierto.
Jorge Luis Espinosa / Milenio Diario

La cresta de ilión confirma que Cristina Rivera Garza es una de las narradoras más
estimulantes de las generaciones recientes, merced a la construcción de mundos
cerrados cuya lógica interna arroja luces acerca del lado inquietante de la naturaleza
humana mediante la confrontación del individuo con el universo.

Extraña y deslumbrante, La cresta de ilión transcurre en un lugar límbico y limítrofe
muy apto para desencadenar serias dudas acerca de la propia identidad, desentrañar
los efectos del miedo y de la conjugación de memoria y olvido.
Mauricio Bracanti / Uno más uno

La cresta de ilión es, pues, un reencuentro con una escritura cara, la de Amparo Dávila;
un reencuentro con ese mundo umbroso y lleno de fantasmas que habita los cuentos de
un fantasma.
Semanario Cultural Novedades

Cristina deslumbra con una peculiar intuición narrativa a la que se aúna una prosa poética
admirablemente limada de florituras.

Más allá de datos, fechas y estadísticas, Cristina posee una exquisita y prodigiosa
sensibilidad que le permite, no sólo desenvolverse en sus escenarios, muy cercanos a
lo gótico, sino además meter en ellos a su lector.
Eve Gil / Suplemento Arena

En la narrativa mexicana e hispanoamericana, la voz de Cristina Rivera Garza se ha
hecho escuchar con naturalidad y sorpresa a la vez. Enmarcada en un realismo
acompañado de un discurso historicista, suele denotar los más increíbles sucesos
que parecieran pertenecer al terreno de lo fantástico, a pesar de que su procedencia
se ajusta a la perfección de la locura, la desesperanza y la muerte, elementos por demás
humanos y por lo tanto reales.

La obra de Cristina Rivera Garza: entre las más integrales y buscadoras, siempre, de una
armonía digna entre la articularidad de la forma y la sustancia.

La cresta de ilión toma un ritmo en crecendo, creando de esta manera un
efecto mariposa en el relato: el texto se agranda porque la información aumenta,
a la vez que sigue siendo el mismo y se reitera... El escrupuloso cuidado en la
construcción gramatical, deja a Rivera Garza entre las mejores economistas del lenguaje.
Características pues, que denotan a una narradora avezada y con presumible dominio
de la arquitectura narrativa. Un lenguaje que raya en lo poético, cuestionamientos que
obligan no sólo a la reflexión sino al replanteamiento de verdades sociales, así como
la carga psicológica siempre sorpresiva de los personajes, hacen de La cresta de Ilión
una obra que se fuga de cualquier género determinado.
El Informador

26.10.05

LA CONDENADOTA MANCUSPIA



Gabriela Torres narradora regia y condenadota sublime, me hace llegar
los Papeles de la Mancuspia.

Asómense y tomen asiento en la silla del cerro de.

25.10.05

AY NANITA!


Mañana hace dos semanas fui al cine a ver una peli "de miedo". Hacía siglos no veía una.
Con total consciencia y haciéndome la valiente aguanté la película. Aguanté ver un bodrio
francés al más puro estilo hollywoodense -con todas las secuencias típicas de las malas
películas de horror- pero en francés. Voilá!

El bosque azuloso, las clásicas escondidillas en los lugares más tradicionales: abajo de
la cama, en la última puerta de la fila de excusados en baños públicos (sólo que en este
caso se alcanzó a ver la cuerdita y el agujero de las letrinas marroquíes tan usados por allá),
las persecuciones y todo lo que la "chica principal de la peli" no debe hacer y hace.

Ví a un Philippe Nahon nada que ver con el realmente siniestro preso que abre la primera
secuencia de Irréversible, (2002) -del argentino Gaspar Noé- de no ser porque el Philippe
precisamente de Irréversible también era un carnicero, gordo y violador para seguir
con la secuencia filmográfica de G. Noé desde Carne, (1991) y Solo contra todos, (1998).

En Haute Tension (2003, de un tal Alexandre Aja) Nahon hace de un asesino entre trailero
y carnicero al cual "sí le tiembla la mano"* debido a la sierra eléctrica que usa para sacar
chisguetes y chisguetes de pintura roja de sus víctimas de utilería. (La primera cabeza que
sale volando desde un viejo y sucio camioncillo enmedio de una vereda no pudo haber
sido peor manufacturada); Fue de hueva ver también en esta película, los clichés que se
siguen haciendo con los personajes femeninos: la chica lesbiana finalmente era el asesino,
el mal, el terror, la chica hetero era la que tenía que pagar el horror por ser tan "libertina"
y el monstruo asqueroso y retorcido era una especie de doppelgánger de la primera.
En fin, absoluto fiasco. (Aah pero eso sí cómo nos divertimos con los gritotes de la gente
durante la hora y media de suspense con música a todo volumen).

Lo que no aguanté fue regresar a mi casa y oír hasta las dos de la madrugada -hora en que
el sueño finalmente me venció- el chirriar del viento, los esporádicos crujires de las vigas
que sostienen el techo de mi casa y los sonidos naturales nocturnos que justo esa noche
se convirtieron en anormales. Así que después de revisar todos los rincones de la casa
para "ver" que no hubiera un viejo sanguinolento por ahí, atranqué la puerta de mi
cuarto con una silla, estudié bien el ángulo del techo de la casa vecina (por si dado el
momento tuviera que saltar desde la ventana de mi cuarto) y traté de cambiar el mood
de mi cabeza viendo la tele hasta que no aguantara el sueño. Cuando Omara Portuondo
cantaba 20 años en el programa de Cristina Pacheco, en el canal once, los párpados se
me cerraban.

Creo que todavía ahorita un ligero temblor anida en mi sistema nervioso central.
Maldito cine. Por más malo que sea el bodrio, me alcanza a distraer. Acepto pues mi
condición de espectadora media, ignorante y vulnerabilísima. También acrecentó el pánico
la idea del desdoblamiento porque yo misma he visto muchas veces como me transformo.
Aunque hasta ahorita nada más sea bajo la influenza-influencia de los espíritus de Jimmy
Page y Robert Plant: AAAAAAAaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaahh!
El grito clásico de Immigrant song.

Volviendo a le nastiness lo que realmente miedo me dio, creo, fue pensar que el cine francés
comience a producir más chafaldranerías de estas tan hollywoodenses. Eso crearía un nuevo
estilo dentro del género del más puro horror.

La escena final: Alguien que puede ver perfectamente a través de un vidrio polarizado o
de tipo espejo. Eso sí que Ay nanita! me dio mucho miedo.


* Y observándolo bien, sí que se parecen.

Pd: Por fin llegó a Tijuana "Batalla en el cielo" de Carlos Reygadas. No se la pierdan.
15:40 17:50 20:10 22:20 en Cinépolis del Río.

21.10.05

EN LA BÚSQUEDA DE LA CHAMPAÑA PERDIDA

(CRONICATESSEN)


I

(de Por los caminos de la Vida)


Al subir a acostarme, mi único consuelo era que Abril habría de venir a darme un beso
cuando ya estuviera yo en la cama. (A mi me tocaba el número 28). Pero duraba tan poco
aquella despedida y volvía Abril a marcharse tan pronto, que aquel momento en que la
oía subir, cuando se sentía por el puente colgante del interior de la casa el leve roce de
su traje de fiesta, de satén negro con cordoncitos colgantes de seda, era para mí un
momento doloroso. Porque anunciaba el instante que vendría después, cuando me dejara
sola y volviera abajo. Y por eso llegué a desear que ese adiós con que yo estaba tan
encariñada viniera lo más tarde posible y que se prolongara aquella fiesta de cumpleaños
que precedía a la llegada de Abril al cuarto. Muchas veces, cuando ya me había dado un
beso e iba a abrir la puerta para marcharse, quería llamarla, decirle que me diera otro beso,
aunque fuera el número 29 pero ya sabía que pondría cara de enfado, porque aquella
concesión que Abril hacía a mi tristeza y a mi inquietud subiendo a darme un beso,
trayéndome aquel beso de paz, molestaba a Tambor, a quien parecían absurdos estos
ritos; y lo que ella hubiera deseado es hacerme perder esa costumbre, muy al contrario
de dejarme tomar esa otra nueva de pedirle un beso cuando ya estaba en la puerta. Y el
verla enfadada destrozaba toda la calma que un momento antes me traía al inclinar sobre
mi lecho su rostro lleno de marcas de los 27 besos anteriores, ofreciéndomelo como una
hostia para una comunión de paz en la que mis labios deberían su presencia real y la
posibilidad de dormir. Pero aún eran buenas esas noches cuando Abril se estaba en mi
cuarto tan poco rato, por comparación con otras en que había invitados felices
y enfiestados y Abril no podía subir.

(.....)

Hacía ya algunos años que no existía para mí de Tijuana más que el escenario y el drama
del momento de acostarme, cuando un día de julio, al volver a casa, Cristina, viendo que
yo tenía frío, me propuso que tomara, en contra de mi costubre, una copa de champaña.
Primero dije que no, pero luego, sin saber por qué, volví de mi acuerdo. Mandó ella por
uno de esos panecillos, cortos y abultados, que llama magdalenas, que parece que tienen
por molde una valva de concha de peregrino. (¡¡??) Y muy pronto, abrumada por el triste
día que había pasado en el Colegio y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir,
me llevé a los labios la copa de champagne en el que había echado un trozo de magdalena.
Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del panecillo, tocó mi paladar,
me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer
delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las
vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria,
todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor
dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo misma. Dejé de sentirme
mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte?
Me daba cuenta de que iba unida al sabor del champaña y del panecillo, pero le excedía
en mucho, y no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba?
¿Quién se acabaría luego y sin aviso alguno las otras tres botellas del mágico
y espumoso líquido?

(...)

Dejo la copa de champaña y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la que tiene que dar
con la verdad. Pero ¿cómo? Grave incertidumbre ésta, cuando el alma se siente
superada por sí misma, cuando ella, la que busca, es juntamente el país oscuro por
donde ha de buscar, sin que le sirva para nada su bagaje. Ni sus años de aprendizaje
en la carrera de la verdadera perdición ¿Buscar? No sólo buscar, crear. Crear la
historia precisa. Se encuentra ante una cosa que todavía no existe y a la que ella sola
puede dar realidad y entrarla en el campo de su visión. Más si las botellas estaban
semiescondidas dentro del refrigerador.

(...)

Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que
Diego me ofrecía, después de mojado en su copa de champaña, un sábado de julio y
madrugada en Tijuana (porque los sábados de madrugada en julio anualmente se
celebra en mi casa el cumpleaños de Abril) cuando iba a darle una chela bien fría
a Jean-François en la cocina.

(...)

Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana
pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse,
a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en
personajes consistentes y cognoscibles, así ahora las tres botellas de champagne,
las cervezas heladísimas del refri, las botanas que no dejaba de picotear una mano peluda,
la botella de tequila, la risa de Yvonne, las coyotas de Sylvia, las bachas, cigarros y
ceniceros, los vasos rotos, Férula y sus seis gatitos: Mejorana, Tomillo, Lava-lina, Knuffel,
Conleche, Férula II, el charco de lodo, las papitas verdes de Omar,
la cámara de cuatro lentes y obturadores de Abril, las manos de Lorena, los cd's
de Diego, la falda larga de Mariana, el zinc de Jean-François, el PROUT! de Laetitia,
el baile de Loui, las mezclas del Sal, las botas de jenny, los abrazos del Tico, los jeans de Mijail,
la corbata moño anaranjada de Marcel, y los divertidísimos invitados, y los ojos fijos de
Héctor Villanueva y mi casa, el palomar, el puente colgante, la loma, la línea y Tijuana
entera y sus alrededores, todo eso, amigos y fiestas innolvidables que van tomando forma
y consistencia, salen de mi copa de champaña.

17.10.05

6:15 PM


Ayer tembló por la tarde.
Ayer cayó la primera lluvia después de siete meses.
Ayer 25 mariposas azules volaron cruzando el océano.
Ayer alguien perdió un día en el tiempo.
Ayer una campana y su badajo.
Hoy desperté de madrugada.

Ahorita anochece.

10.10.05

LO DE HOY


Una mezcla entre Virgine Despentes y la Suzanne de Leonard Cohen.
Sin faltar por supuesto las naranjas chinas.

Y el té.

8.10.05

MÉNAGE à TROIS



Soñó que viajaba al Paraíso. Cuando despertó, tenía una hoja de parra
en cada mano.

7.10.05

MONSREAL SAYS



Antígona Pech era su nombre.

5.10.05

DE ALLÁ DONDE AHORA NO



Y luego, cuando das un mal paso y se te dobla el pie: hinchazón en el tobillo. Esto pasa
cuando caminas sobre las piedras. Te recargas con una mano sobre la descarapelada
pared mientras alcanzas a sentarte en uno de los varios escalones que con seguridad
te rodean. (La cal escarcha tu mano). La sombra no viene mal: En días de octubre, seca,
blanca, esteparia es la luz: Quema; si te fijas bien, cerca debe haber una pequeña puerta
de madera que te invite a pasar. Adentro una viejita envuelta entre sombra de casa y
chal no te preguntará nada. Espera a que le pidas algo. Cualquier cosa. En movimientos
que no corresponden a su edad, esto es excesivamente veloces, te dará en la mano los
cigarros, los cerillos, la cerveza o cualquier bisutería que hubieres pedido. Y de salida:
entrecerrarás los ojos. Porque sí, en días de octubre, seca, blanca, esteparia es la luz.